domingo, 21 de octubre de 2012

Malala, va por ti.

Hace casi dos semanas, en Pakistán, esta joven estudiante de 14 años fue tiroteada por los asesinos talibanes.
¿Los motivos? Muchos. Todos los que esos asesinos temen.
Malala quiere ser una mujer libre, orgullosa de ser libre y de ser mujer. Quiere estudiar en la universidad. Es una bloggera muy activa, con pocos pelos en la lengua y con mucha madurez para sus 14 años. Critica la situación de muchas mujeres en el mundo islamista (que no islámico), donde una cabra vale más que la vida de cualquiera de ellas, o donde se exponen a morir lapidadas si una corriente de aire les mueve el burka y se les ve más piel de la cuenta, o donde las mujeres que enviudan son condenadas a la miseria, a la mendicidad y al ostracismo por parte de la sociedad en las que muchas de ellas están obligadas a vivir, donde las mujeres no valen nada. Malala quiere que esa situación cambie, que las niñas puedan ser escolarizadas, que tengan oportunidades de estudiar y, quién sabe, que el día de mañana tengan los mismos derechos y el mismo valor que un hombre.

Mientras ella usa la palabra como única arma, un grupo de insurgentes talibanes descargaron sus ametralladoras contra ella. Recibió un impacto en la espina dorsal y varios disparos en la cabeza. Tuvo que ser trasladada al Reino Unido para ser operada (en estado crítico), y posteriormente escondida y protegida de sus asesinos. Prometieron volver. Intentaron colarse en su habitación del hospital fingiendo ser familiares. Juraron matarla. Se escudan en un conjunto de leyes desfasadas, la Sharia, que permite, incluso, el asesinato de niños si estos son "descubiertos" haciendo propaganda contra el islamismo, tal como ellos aseguran que hizo, sólo por mostrarse a favor de alguna de las políticas en materia social del presidente norteamericano y comparar con las ¿bondades? del régimen talibán. Como si un crío de cinco años supiera lo que es el islamismo o la propaganda. Como si el islamismo radical fuera algo bueno o digno de alabar. Como si no tuvieran nada...

Malala fue premiada en 2011 con el Premio Nacional por la Paz, que se otorga en su país natal, llegando a recibir el reconocimiento del mismísmo presidente de la Organización de las Naciones Unidas. Malala no necesita reconocimiento. Ni un organismo a nivel mundial que tan sólo se reune, hace planes infinitos, especula con los alimentos y las personas pero que no ofrece lo que Pakistán necesita. Necesita que la ONU haga su trabajo. Necesita que las tropas de este organismo eliminen al régimen taliban para que Pakistán sea libre. Para que todo el mundo cuente, para que todo el mundo valga.
Malala no quiere ser una heroína, ni una mártir. Malala sólo quiere ser una adolescente con opciones. Quiere cargar su mochila con sus libros de texto y acudir en paz todos los días a clase, y ser una chica normal.

Por suerte, sus médicos afirman que se está recuperando de los disparos, y que, a pesar de haber daño cerebral, éste no es irreversible. Incluso ya responde a llamadas telefónicas y escribe. No habla, puesto que fue sometida a una traqueotomía, pero está mejorando. En esta ocasión se ha librado. Pero no olvidemos que han prometido volver a por ella y asesinarla.

Quiero que este mensaje sirva para que todos veamos que una persona no es pequeña si tiene grandes aspiraciones, y que una personita de 14 años es capaz de hacer tambalear a una panda de asesinos. 14 años bastan para tener todo el valor y el coraje del mundo, y para ganarse la admiración y el respeto de todo el mundo. Malala es pequeña en edad, pero es grande en principios. Sirva este homenaje para que Malala sepa que estoy con ella, que todos estamos con ella. Y ojalá este mensaje no sirva jamás como despedida.

Yo también soy Malala Yousafzai.

2 comentarios:

  1. La palabra es el arma que más temen los que itentan imponer sus ideas mediante la irracionalidad del miedo.
    Me encanta tu blog.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar