sábado, 27 de octubre de 2012

Eres pequeño, eres mayor.

Bueno, pues parece que vivimos en un país extraño, con muchas rarezas. Hoy me ha dado por pensar sobre la ley del menor. Llego a varias conclusiones, entre ellas que, con 13 años eres lo suficientemente mayor para tener relaciones sentimentales y/o sexuales, pero hasta los 16 no puedes (en teoría) entrar en un pub. A los 14 puedes abortar con consentimiento de los padres, a los 16 sólo se recomienda que lo sepan, y hasta los 18 no puedes (en teoría, otra vez) comprar tabaco ni alcohol, ni consumir pornografía. Si quieres trabajar, necesitas autorización de los padres desde los 16 años hasta la mayoría de edad.
Bien... Veo cierta descompensación aquí. Con 13, que aún se es un niño, a pesar de que crean saberlo y poderlo todo, tienes una serie de "licencias", y con 16, que uno ya tiene una base de criterio y madurez, necesitas permiso para poder disfrutar de otras licencias.

Aparte de toda esta incongruencia, quiero centrarme en asuntos "mayores", como pueden ser delitos sexuales y de sangre. Expondré varios casos, todos verídicos y conocidos por todos, a ver si sacamos algo en claro...

Caso uno: Una madre famosa tiene una hija de 12 años, por aquel entonces, a la que regaña durante una comida con la siguiente frase: "Cómete el pollo, coño". A esta mujer, el defensor del menor se le echó encima (y media sociedad) diciendo primero que rozaba el maltrato psicológico y segundo, que deberían retirarle la custodia a esa madre por el sobrepeso de la niña. El defensor del menor llegó a tomar cartas en el asunto. No sé a vosotros, pero me parece un poco excesivo amenazar a nadie por una frase salida de tono (que a todos se nos escapa en alguna ocasión), y unos kilillos de más que seguramente desaparezcan cuando esa cría de el estirón, pero bueno...

Caso dos: Hace años, unos chavales, en los alrededores de Madrid, no se les ocurre otra cosa que coger a una chica con un leve retraso mental, a la que apalean, violan y no contentos con eso, la prenden fuego. Los asesinos, que rondaban los 16 años, acaban con una pena de dos años de internamiento, puesto que fueron juzgados por la penosa ley del menor, a pesar de que con 16 años uno sabe perfectamente que violar y matar son delitos. Tienen consciencia y conciencia suficiente para saber que están haciendo mal... Y sólo les caen dos años en un centro de menores. En este caso, por lo visto se puede violar y matar con ensañamiento, que te sale menos caro que el que te pillen comprando tabaco, según esta ley... Para colmo, a uno de ellos le regalan un curso de carpintería durante su internamiento. Mata y te damos estudios. ¡Cómo mola!

Caso tres: En esta ocasión, vamos a las cercanías de Sevilla. Allí, un ex-novio resentido va con sus amigotes  en busca de la ex-novia. La matan a golpes y esconden el cadáver vete a saber dónde. Marean a la justicia durante años. La maté, no la maté, sé dónde está el cuerpo, no sé dónde está el cuerpo, mira aquí, mira mejor aquí que no me acuerdo bien... Estos están bien asesorados, puesto que sin cuerpo, hablamos de homicidio y no de asesinato, en cuyo caso las penas serían mayores. Rondan los 15 años y los 30, en el caso de uno de los encubridores. Se les juzga, mientras ellos siguen mofándose de la justicia, y acaban igual que los anteriores, en centros de menores. Cuando cumplen sus "condenas", resulta que el estado a uno de ellos le pone un piso tutelado, puesto que los vecinos de su pueblo le miran mal, ¡pobrecito!. A otro de ellos, el autor material, le salen fans como setas, le dedican un perfil en Facebook y poco menos lo convierten en un héroe, porque el chaval tiene pinta de malote y está bueno... En cambio, los padres de esa chica no tienen ni una triste lápida donde poder llorar a su hija. Secuelas psíquicas que arrastrarán de por vida. Y el chaval, con un pisito tutelado. ¡Olé ahí!

Caso cuatro: Una lindeza de chaval de 16 años, en Cataluña. Deportista, sano, con toda la vida por delante, guapo como el solo. Se le cruza un desalmado que abusa sexualmente de el. Le coacciona, le amenaza y  continúa con los abusos durante años. Tiene la mala suerte de que su agresor es una persona muy bien vista por los vecinos, así que, aparte del calvario que supone aguantar abusos durante años, tiene que lidiar con un pueblo entero que se le echa al cuello, tanto a el como a sus padres. Sus padres denuncian y se celebra el juicio con su vista oral, donde agredido y agresor comparten sala. Si yo fuera juez, no me hubiese hecho falta escuchar ningún alegato, a favor o en contra. Con tener en cuenta la edad del agredido, en la que tiene criterio suficiente para saber que lo que le están haciendo pasar es muy grave, y sobre todo viendo el estado de nervios cuando coincide con su agresor en la sala, me hubieran bastado para saber que ese chaval no mentía. Hay que ser muy buen actor para llevar una mentira tan lejos, para fingir semejante ataque de histeria... El caso es que el juez quiere más testimonios, más pruebas, más datos, yo ya no sé para proteger a quién, y el chaval acaba quitándose la vida. ¿Qué necesitaba ese juez? ¿Que se le apareciera la virgen y le dijera que ese menor de 16 necesitaba ser protegido de su agresor? 

Caso cinco: Una niña de cuatro años, en la periferia de Madrid, comenta ciertos hechos ocurridos durante un verano con un familiar. La familia decide ponerlo en manos del pediatra, el cual les remite a un psiquiatra forense, que determina que un niño de cuatro años no tiene capacidad mental, ni conocimiento suficiente para inventar según qué tipo de cosas. Es decir, con toda seguridad, lo que relataba esa niña era cierto. Comienzan un periplo con abogados. La menor pasa por otros cuatro psiquiatras forenses, que llegan a la misma determinación que el primero. Antes de llegar a interponer la denuncia, uno de los abogados da el alto, y pone en conocimiento de la familia de la menor que los hechos no pueden probarse, puesto que no llegó a haber penetración, y al no haber rotura de hímen, el agresor podría demandarles por alzamiento de falso testimonio. Parece de locos, pero así están las cosas. Se ven obligados a parar la demanda. A la familia le queda que el día de mañana, la menor "recuerde" y para entonces, los hechos habrán prescrito. No logro entender que, con un total de cinco informes, en los que dicen que es imposible que una criatura de cuatro años invente ciertas cosas, el agresor campe a sus anchas por la vida sólo porque no ha habido penetración... Al final va a ser un problema que no violaran a esa niña...

Caso seis: Una niña de 13 años mantiene una relación sentimental con un hombre de 39. Legalmente, puede hacerlo. Pero un día, esa relación se tuerce y la niña decide romperla. Empieza a ser acosada por el hombre y ella lo pone en conocimiento de su familia, que decide, a su vez, ponerlo en conocimiento de un cuerpo de seguridad del estado, que le responde que no puede hacer mucho, puesto que la relación era consentida. Acuden a ellos hasta en ocho ocasiones. ¡Ocho! Y todavía tuvieron que esperar a que al hombre se le cruzaran los cables y se llevara a la muchacha por delante a base de tiros... Que la relación era consentida, vale. Pero que se torció y la niña avisó y nadie hizo nada, también. La dejaron desprotegida, igual que al resto. Y es ahora, cuando ha habido muertos, que empiezan a investigar y salen denuncias de más menores contra ese tipo...

¿No es surrealista? Lo cierto es que me hubiera gustado ser mucho más sarcástica e hiriente. Si no lo hago, no es por falta de ganas, precisamente. Es el respeto hacia las seis víctimas, sus familiares y todo su entorno lo que me frena casi en seco. Pero lo que está claro, al menos a mi parecer, es que la ley del menor actual es un insulto a la inteligencia, a la racionalidad, la coherencia y una mala broma. Unos cuantos legajos llenos de mierda, que protege a todo el mundo, menos a los niños, pero que te dice cuándo puedes comprar tabaco e ir de botellón, como si eso fuera lo importante.
Y a pesar de todo esto, algunas cabezas no ruedan...


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